Según cuenta la leyenda a principios del siglo XX un fabricante de caramelo en Indiana creo uno en honor al Salvador. Hizó así un dulce duro para simbolizar a la solidez de la Iglesia fundada por Cristo, y de color blanco para representar la pureza de Jesús y su nacimiento.
La forma asemeja al bastón o cayado de pastor, en honor al buen Pastor y la jota incial de Jesús. Al color blanco del caramelo se le añadió una banda roja que simboliza la que sangre que Cristo derramó por los pecados del mundo. A veces se le añade una cinta verde como un recuerdo de que Jesús era un regalo de Díos.
Otra de las versiones del origen apuntan a que se creó como un premio para los niños que se portaban bien en las ceremonias religiosas. Se cuenta que el maestro del coro de la catedral de Colonia, en la segunda mitad del siglo XVII, mandó hacer unos caramelos especiales en forma de vara de pastor para repartir a los niños al final de las liturgias navideñas como premio, con el fin de que guardasen la compostura durante la celebración.
Es curioso que su sabor es de menta, que es similar al hisopo, una planta de la familia de la menta cuyo uso aparece en el Antiguo Testamento para sacrificios y purificación.
Aunque sea solo una leyenda, la carga de simbolismo ha ayudado a la popularización, encontrándose no sólo en caramelo sino en distintos materiales, plástico, vidrio, tela, punto...
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